5 junio, 2007

Imágenes dolorosas: Santa Irene de Capadocia y la virgen de Guadalupe

Luis Rodolfo Morán Quiroz
Centro de Estudios Religión y Sociedad, Departamento de Estudios de la Cultura Regional, Universidad de Guadalajara (México)
rmoranq@gmail.com


Resumen
Este texto expone dos casos de imágenes “dolorosas” que, según los testimonios aparecidos en la Internet y algunos recabados personalmente “lloran” por los pecados del mundo. Uno de estos casos es el de Irene de Capadocia, santa de la iglesia ortodoxa griega, cuyo icono se ubica en Astoria, Nueva York. El otro caso es el de una imagen de la virgen de Guadalupe que causó revuelo hace unos años en la colonia Arenales tapatíos, en Zapopan, Jalisco. En el texto se analizan algunos testimonios, algunas implicaciones socio-culturales, devocionales e institucionales de estas dos imágenes.

Introducción
Una tarde de fines de otoño de 2003, una ama de casa en una colonia proletaria de la Zona Metropolitana de Guadalajara, denominada “Arenales tapatíos”, descubre, mientras ordena el interior de su casa, que el cuadro de la virgen de Guadalupe que decora la sala de su modesta casa ubicada en la calle Brillante, tiene en el rostro una mancha que no había percibido antes. Al acercarse a limpiar, se da cuenta de que no se trata de una mancha cualquiera, sino de una gota de sangre que fluye desde el ojo mismo de la virgen. Avisa a los miembros de la familia que todavía no han salido para realizar sus labores cotidianas y poco tiempo después se dan cuenta de que del otro ojo comienza a correr una segunda lágrima de sangre.
El rumor corre por la colonia y por las otras colonias de reciente inicio al otro lado del anillo periférico, una amplia avenida que hasta hace poco limitaba (por ordenanza del ayuntamiento zapopano) el crecimiento de los asentamientos urbanos del municipio. La familia que habita en la casa que ha sido “bendecida” por la manifestación de la virgen decide, tras un sinnúmero de visitas de los vecinos, exponer la imagen en la estrecha fachada de la vivienda todavía en construcción. Esa misma tarde suman ya cientos los curiosos que se acercan a observar la virgen y “el milagro” de su manifestación. Otros vecinos de la misma calle sacan también sus imágenes de bulto y bidimensionales de la virgen de Guadalupe y montan altares con flores. Pero la imagen que atrae la mayor cantidad de curiosos de la calle atestada es la de la casa de Alejandro y Leticia.
La imagen es fotografiada por los reporteros de pasquines de difusión local y, a mi llegada como curioso sociólogo, se vende ya impresa en papel cultural. Un niño recaba firmas para pedir al obispo “que no se la lleven” pues, explica, los vecinos temen que los mandatarios de la iglesia católica, al reconocer que la imagen es milagrosa, quieran retirarla del lugar y llevársela a la catedral. Otro joven colecta dinero “para traerle mariachi a la virgen”. Firmo el papel que me ofrece el primero y aporto diez pesos para la serenata que prometen traer a la virgen. En pleno mes de mayo, parecen desatarse las devociones guadalupanas en un municipio que es famoso por la imagen de la virgen a la que se conoce como “la generala encargada de traer a la nación la reconciliación, la justicia y la paz” y a la que se celebra su gran fiesta el 12 de octubre. Varios curiosos se concentran frente a la imagen, ahora protegida por una pequeña vitrina colocada a metro y medio de altura, rodeados de niños y perros callejeros, mientras que penden banderines de colores entre la casa donde “se manifestó” y la construcción al otro lado de la estrecha calle empedrada.
Días después, por azares de mi pertenencia al grupo del Centro de Estudios Religión y Sociedad de la Universidad de Guadalajara tuve la oportunidad de servir de chofer al Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Juan Sandoval Iñiguez a un desayuno en el “University Club” que teníamos programado para charlar con él acerca del inminente Congreso Eucarístico. Aprovecho la oportunidad y le comento sobre el sucedido. “Ésas son cosas que debemos tratar con mucho cuidado, pues el pueblo suele ser muy crédulo” fueron sus palabras (casi textuales, pues en ese momento yo conducía y no pude tomar nota exacta de lo que él dijo). Pero la idea básica era que el arzobispado no tenía intenciones de llevarse la imagen a catedral ni a ningún otro templo y que incluso el enviar “expertos”, como afirmaban ya que había sucedido algunos de los presentes en la aglomeración de días atrás, podría dar una falsa señal de reconocimiento de que esa imagen podría ser realmente manifestación de un milagro.
El suceso de la virgen de Arenales tapatíos realmente no tuvo mayor trascendencia. Cuatro años después, la calle Brillante luce como cualquier otra del rumbo, con la diferencia de que en ese lapso el gobierno de Francisco Ramírez Acuña construyó un puente que conecta las dos porciones de la Avenida Mariano Otero que antes estaban divididas por el anillo periférico “Manuel Gómez Morín” y que se realizan obras de canalización en buena parte de la Mariano Otero junto a la colonia Arenales tapatíos. Varios de los vecinos recuerdan el hecho y narran que la verdad es que “era pura char..¿cómo se dice? …charlatanería, pues no era cierto que la imagen fuera milagrosa”. En el tiempo transcurrido son notables los cambios en la fisonomía de la colonia y sus alrededores, especialmente debidos al acelerado crecimiento de la población y al establecimiento de industrias y nuevos fraccionamientos, autorizados por el ayuntamiento que encabezara Arturo Zamora Jiménez hasta separarse del cargo para lanzarse a la candidatura del gobierno del estado por el Partido Revolucionario Institucional, partido en la oposición desde hace ya dos sexenios. Pero las preguntas en torno al suceso parecen conservar su vigencia: ¿por qué se “manifestó” la imagen en ese lugar? O, desde una perspectiva más sociológica que devocional: ¿qué impulsó a los moradores de esa casa en construcción a percibir en el cuadro que decoraba su sala que la virgen derramaba lágrimas? ¿Qué hizo creer a los curiosos que se acercaban a la imagen en la posibilidad de que realmente se hubiera suscitado un milagro? Finalmente, ¿por qué otras imágenes “dolorosas”, en concreto la de Santa Irene de Capadocia en la localidad de Astoria son todavía objeto de veneración e incluso se afirma que “los testimonios de milagros continúan”?
Este texto propone algunas pistas para explorar esta veneración a imágenes que lloran cuando se dan “desgracias humanas”, como se expresa en las páginas web dedicada al icono de Santa Irene en Astoria, Nueva York. Intenta aproximarse también a comprender las razones por las cuales los vecinos del lugar contribuyeron a pedir dinero para el mariachi, a dar a conocer el supuesto milagro y a pedir a la gente que ayudara para que las autoridades eclesiásticas no se llevaron el cuadro del que habría brotado sangre como si se tratara de “lágrimas de sangre”, asociadas simbólicamente con un sufrimiento indecible y humanamente insoportable. Tras describir el caso del icono de Santa Irene de Capadocia en relación con la historia de la santa y de los milagros en el templo del estado de Nueva York, describo brevemente la importancia de la imagen de la virgen de Guadalupe y su relación con las declaraciones de aquella época y de nuestro tiempo en torno a sus milagros en Arenales tapatíos. Finalmente, propongo algunas pistas para comprender ambos fenómenos y las razones por las cuales una de la imagen de Santa Irene se considera todavía, treinta y cuatro años después del primer testimonio, como una manifestación milagrosa, mientras que la otra cayó en el desprestigio. ¿Podría argumentarse que un contexto urbano de una sociedad tan “moderna” como la estadounidense, al menos en el ámbito de la iglesia ortodoxa griega, tiene mayores probabilidades (y recursos) para sostener ese tipo de culto que las del contexto zapopano, de colonias de reciente factura? ¿De qué manera la estabilidad relativa de Astoria contribuyó a la permanencia de la creencia en el carácter milagroso de la imagen de Santa Irene, mientras que las constantes transformaciones del paisaje urbano y demográfico de Arenales tapatíos contribuyeron al olvido y desprestigio de la imagen llorosa de la virgen de Guadalupe? En las páginas que siguen expongo brevemente la historia de estas imágenes y las relaciono con el contexto institucional y devocional de las congregaciones ortodoxa y católica en que se suscita su surgimiento como imágenes dolientes. Asimismo, adelanto algunas razones posibles para el “éxito” en cuanto permanencia e ingreso de una de ellas en el ámbito institucional de legitimidad como imagen milagrosa (Santa Irene en Nueva York) y las contrasto con las razones para que la otra no haya logrado “pegar” y lograr permanecer y ser “institucionalizada” en una iglesia.

Santa Irene de Capadocia
a) la historia de la santa
En el santoral de la iglesia ortodoxa existen varias mujeres de nombre “Irene” a las que se les ha reconocido por su santidad. Tanto en Turquía como en Grecia existen santuarios dedicados al menos a alguna de ellas. Incluso en la iglesia católica, en donde no hay santas reconocidas con este nombre, y a pesar de la contradicción, hay algunos templos y escuelas dedicados a Santa Irene (por ejemplo: la escuela católica y el templo católicos de Santa Irene, la hermana de Ágape y Chionia martirizadas en el siglo IV, ubicados en Warrenville, Illinois, diócesis de Joliet –
http://www.st-ireneschool.org/ y http://www.st-irene.org/; véase también http://www.answers.com/topic/saint-irene). Cabe mencionar que la enciclopedia católica sólo incluye una entrada con el nombre de Irene. Se trata de una “hermana” inglesa, de nombre Catherine Fitz Gibbon, nacida en Londres el 12 de mayo de 1823 y muerta en Nueva York el 14 de agosto de 1896. Por otro lado, el Martyrologium Romanum menciona a Santa Irene, hermana de Agape y Chionia y la ubica el 5 de abril: http://iteadjmj.com/MARTW/aprilis.doc)

Las santas de la iglesia ortodoxa que llevan el nombre de Irene son:
· Santa Irene de Bizancio, Grecia. Siglo I
· Santa Irene de Tesalónica, Grecia. Siglo II, virgen y mártir
· Santa Irene de Nabancia, Portugal. Siglo VII
· Mártir Irene 3 de abril: las mártires Agape, Irene, y Chione, hermanas que vivieron a fines del siglo III y principios del siglo IV.
· La “nueva mártir” Irene de Lesbos 9 de abril (siglo XV: 1463: los nuevos mártires de Lesbos, los santos Rafael, Nicolás e Irene fueron martirizado por los turcos el martes de Bright Tuesday ¿???
· Virgen y mártir Irene en Tesalónica (Corintio), 16 de abril: junto con los mártires Leonidas, Charissa, Nike, Galina, Kalisa (Kalida), Nunekhia, Basilissa y Teodora en Corintio en el año 258.
· La “Gran mártir” Irene de Tesalónica, 5 de mayo: la “Gran Mártir” Irene nació en la ciudad de Magedon en Persia en el siglo IV, hija del rey Licinio.
· Santa Irene, esposa de San Jorge, Constantinopla, 13 de mayo
· Mártir Irene de Egipto, 5 de junio (¿o 18 de septiembre?): Irene y Selenia nacieron en Egipto y fueron martirizadas durante el reinado de Maximiano (305-311) junto con los santos Marciano, Nicandro, Hyperechius, Apolonio, Leónidas, Arius, Gorgias y Pambo.
· Santa Irene Chrysovolantou o Santa Irene de Capadocia, Turquía. Siglo VIII (o IX). Se festeja el 28 de julio: hija de una familia acaudalada de Cappadocia, nacida en el siglo IX. Donó su dinero a los pobres y se convirtió en monja.

Historia de Santa Irene Chrysovolantou o Santa Irene de Capadocia.-
Aun cuando la más célebre de las mujeres santas que lleven el nombre de Irene es aquella que tras el sacrificio de sus hermanas Agape y Chionia (originarias de Tesalónica, Grecia), fue martirizada por sus creencias y virtudes cristianas en el siglo III D.C., en este texto quiero hacer referencia a una santa de nombre Irene que fue abadesa del convento de Chrysovolantou en Capadocia, Turquía. El interés de esta abadesa reside en su imagen “milagrosa”, ligada a la narración de que en el templo de ortodoxo griego de Santa Irene Chrysovalantou en Astoria (Queens) en la ciudad de Nueva York, se conserva mano de la santa. Irene de Capadocia, Turquía.
Según algunos de sus biógrafos, Irene fue emperatriz, mientras que algunos otros simplemente señalan que estuvo a punto de ser emperatriz de Constantinopla, pues Teodora, viuda de Teófilo y madre de Miguel, heredero al trono imperial, promovió que su ejército fuera en busca de una mujer digna de casarse con su hijo. Irene, nació el año 752, de familia humilde según algunas versiones y aristocrática según la mayoría de ellas. En una de las versiones, “se distinguió entre las grandes Irenes que han pasado a la historia por su talento y hermosura y la hicieron digna esposa del que sería el emperador León IV. Tuvo un gran ascendiente sobre su esposo, quien al morir le encomendó la tutela de su hijo Constantino. Ocupó por tanto la regencia muy provechosamente para el imperio. Frenó a los sarracenos e hizo la paz con el califa Harun al Raschid. Venció a los iconoclastas, restableciendo el culto a las imágenes, por lo que la Iglesia Ortodoxa la elevó a la dignidad de los altares.
Según otra fuente, más ligada a la imagen de Astoria (http://www.stirene.org/StIreneChrysovalantou/StIreneChrysovalantou_icongallery.htm), sería Teodora quien libraría a la iglesia de los iconoclastas. Tras de que los enviados de Teodora la consideraron una buena candidata para casarse con Miguel, Irene realizó el viaje hacia Constantinopla, capital del imperio bizantino, pero en el camino, al pasar por el Monte Olimpo se detuvo a visitar al ermitaño Ioannikos, quien le comunicó que el monasterio de Chrysovalantou la necesitaba. Según esta versión, el heredero al trono, el joven emperador Miguel (842-867) se casaría con otra mujer y en cambio la hermana de Irene se casaría con Vardis, a su vez hermano de Teodora. Al enterarse de que ya no sería la esposa del emperador, Irene recuerda las palabras del ermitaño y se dirige al convento de Chrysovalantou, en donde, impresionada por la forma de vida de las monjas, liberó a sus esclavos, regaló a los pobres sus riquezas, incluida la dote y entró a la comunidad. Varios hombres ricos de Constantinopla querían casarse con ella, pero Irene quiso dejar la vanidad de este mundo y los rechazó a todos a cambio del matrimonio divino. Irene sirvió con humildad y, por su sabiduría, a la muerte de la abadesa, fue nombrada en su lugar por el Patriarca Metodios.
Irene era reconocida por su humildad y su capacidad de elevar los brazos durante días enteros en oración, además de ayunar y de orar la noche entera. Irene pidió al Señor “el más responsable de los carismas, el de la clarividencia”, para mejor aconsejar a sus hermanas en el monasterio. Entre las predicciones que se le atribuyen está el haber anunciado la muerte del Vardis, esposo de su hermana y la del emperador Miguel. Basilio sería el siguiente emperador. En la biografía de Irene se mezclan algunos hechos sobrenaturales o anuncios en sueños. Por ejemplo, Anastasia se le apareció cuando intentó hacer que un jardinero del convento, enamorado de una de las monjas, dejara de escuchar los consejos del diablo y lo envió al templo de la Resurrección o de Anastasia. En esta aparición, Anastasia le pide que se haga cargo de su propio empleado, al que confina en una camisa de fuerza y lo amara a los pilares del templo para que escuchara las oraciones de las monjas para su beneficio. Irene ordenó al demonio que dejara al muchacho y en ese momento éste se curó. Distintos pasajes de la vida de la abadesa resaltan la santidad de Irene y su habilidad de llorar de alegría ante el cumplimiento de los deseos divinos. Igualmente, era frecuente que cayera al suelo con lágrimas en los ojos y orara a todos los santos (en especial los arcángeles San Miguel y San Gabriel a los que estaba dedicado el templo del monasterio) para que la libraran del asalto del demonio. En los pasajes sobrenaturales de su biografía aparecen santos y ángeles que la aconsejan e incluso un demonio que intenta quemarla, prendiendo fuego a la santa con una vela votiva. No sólo se quemó el velo de Irene, sino también los hombros, pecho y espalda. Dos hermanas apagaron el fuego, mientras la santa seguía inmutable por el acontecimiento, rezando al Señor con los brazos elevados al cielo: “¿por qué interrumpen el bien que estaba recibiendo? No debemos preocuparnos por las cosas humanas, sino por lo divino”. El olor del velo quemado perfumaría el monasterio por semanas enteras “y las monjas glorificaban a su Dios pues era un verdadero milagro”. En tan sólo unos días, las heridas “que habrían matado a cualquiera fueron curadas milagrosamente por el médico de almas y cuerpos y [fue entonces cuando] se le concedió la gracia de la profecía”.
Entre los acontecimientos de la vida de Santa Irene se señala que en una ocasión “escuchó una voz mística” que le señaló que debía atender a un marinero que le ofrecería fruta. Según esa narración, la voz le ordenó a Irene que comiera esa fruta. Irene pidió a dos monjas que fueran a las puertas del convento, en donde encontrarían al marinero que deberían hacer entrar al convento. Al encontrarse con él, Irene le preguntó quién era y a qué había venido al convento. La historia del marinero en síntesis es la siguiente:
vengo de la isla Patmos…al pasar en nuestra travesía por una isla, un hombre de apariencia bella y piadosa gritó que nos detuviéramos, lo que no podíamos hacer debido a las rocas junto a la isla. De repente el barco se detuvo y el hombre comenzó a caminar sobre las olas. Sacó tres manzanas y me dijo que las entregara al patriarca, pues se las envía dios por medio de su sirviente Juan. Sacó también tres manzanas y me dijo que las entregara a la abadesa de Chrysovalantou cuyo nombre es Irene. El mensajero me dijo que le pidiera que las comiera para que se cumpla el deseo de su alma porque las trajo del paraíso. El viejo desapareció y en ese momento volvió a moverse el barco. Entregué las tres manzanas al patriarca y ahora entrego las otras tres a usted.

Las manzanas de Santa Irene se convertirían en parte de la parafernalia de esta santa y estarían asociadas con la imagen milagrosa en la que se le representa llorando. Al recibir las manzanas, Irene lloró de alegría, despidió y bendijo al marinero. Dejó de comer durante una semana y comenzó a comer de la primera manzana, sin comer otra cosa que pequeños bocados de este fruto “cuya belleza sólo podía explicarse por provenir del paraíso”, durante cuarenta días. Con cada mordida a la manzana, el convento se llenaba de una fragancia de manzana y “realmente olía al paraíso”. Cuando llegó el Jueves Santo, Irene cortó la segunda manzana y, después de la comunión, la repartió entre todas las monjas del convento. Tras la celebración del arcángel al que está dedicado el convento, el 26 de julio, Irene tuvo una visión profética en la que un ángel le anunció que al año siguiente y dos días más, en la celebración del mártir Panteleimon, ella estaría junto al trono del Señor. Fue en esa fecha cuando Irene mordió la tercera manzana, llenando el convento de una fragancia de manzana y comenzó a llorar y cayó en agonía. Nombró a María su sucesora como abadesa y las conminó a “no hacer lo que les pidiera su carne, sino sólo cumplir el deseo de Dios porque sólo Él puede ayudarlas en la hora del Juicio”.
Irene murió a los 102 años de edad, rodeada de una fragancia a manzana que persistió desde el día de su muerte hasta varios años después. Su cuerpo fue enterrado en el templo de San Teodoro, junto al templo del Arcángel. Según uno de los biógrafos, un pariente que se libró de la muerte gracias a Irene, “todos aquellos que pronunciaron el nombre de la venerable madre Irene recibieron lo que era en su beneficio”.

b) la historia de la imagen en Astoria, NY
Los milagros asociados con el icono de Santa Irene Chrysovalantou tienen una historia más reciente. En el caso concreto de la imagen “milagrosa” del icono lloroso de Santa Irene la página del templo en Astoria narra que éste fue pintado por un monje ortodoxo en el Monte Atos, Grecia, en 1921. Este icono constituye una parte importante del monasterio sagrado (y stavropegial = leal al patriarca de Constantinopla). Este icono llegó a Estados Unidos en 1972, transportado por Paisios de Tyana, abad del actual monasterio patriarcal en Astoria, quien fuera también monje en el monte Atos. Según la narración del monasterio en Astoria, durante la administración de Irene en el monasterio original en Chrysovalantou eran comunes las curaciones, la expulsión de demonios, la salvación de almas y la ocurrencia de milagros.
A partir de 1972, con este icono de la abadesa de Chrysovalantou, el nuevo monasterio se convirtió en “centro de fe ortodoxa”. Como parte de la búsqueda de los peregrinos al lugar, le piden que les ayude en sus cuitas. Miles de cartas llegan al monasterio de Astoria para agradecerle sus intervenciones. En 1990, al inicio de la Guerra del Golfo Pérsico,: el icono de Santa Irene Chrysovalantou, en préstamo a la gran iglesia ortodoxa de San Atanasio y Juan Bautista, comenzó a llorar el día 17 de octubre. Lo que los fieles interpretan como un llanto por el sufrimiento del mundo. Cuando el icono milagroso regresó al monasterio en Nueva York y ante la persistencia de la Guerra del Golfo, la imagen lloró nuevamente. Según los autores de los textos del portal web del monasterio en Astoria, siguen tanto los milagros como los testimonios de su ocurrencia.

La virgen de Guadalupe
a) la historia de la virgen de Guadalupe
Por ser relativamente conocida en el ámbito del catolicismo mexicano, sintetizo en unos cuantos puntos la “historia” de la virgen de Guadalupe. La virgen de Guadalupe es una imagen que goza de una difundida veneración por parte de los católicos mexicanos. Se ha llegado a afirmar incluso que los católicos mexicanos, más que ser “cristianos” son “guadalupanos” y algunos de los católicos reservan la primera designación de cristianos para las iglesias o denominaciones evangélicas sin caer en la cuenta de que esta distinción frente a los católicos parecería ubicarlos como creyentes en María más que en Jesús. La narración de Guadalupe tiene algunas raíces en las historias de “la madre” Tonantzin y puede sintetizarse esquemáticamente en la sucesión de apariciones de la virgen ante el indio Juan Diego (cfr. Nebel, 1995; Vázquez et al, 2006), a quien le pide que se encargue de construirle un templo en el cerro del Tepeyac.
Desde las supuestas apariciones en 1531, la discusión acerca de la “historicidad” de la virgen de Guadalupe y, más recientemente, del indio y santo Juan Diego, ha gozado de distintos momentos de vigor alternados con momentos en que la iglesia o los fieles pierden cierto interés en estas figuras. No obstante, por más que en la combinación de devoción popular mariana y guadalupana se insiste en que la virgen de Guadalupe representada en el ayate de Juan Diego es milagrosa, en ninguna de las historias se hace mención de una imagen de la virgen de Guadalupe que llore. En cambio, sólo sucesos recientes, ya en el siglo XXI (véase apéndice y siguiente apartado) reclaman el hecho de que una imagen de Guadalupe haya llorado momentáneamente; lágrimas que se interpretaron como muestra del dolor por el pecado de la humanidad. A pesar de que la iglesia católica reporta algunas otras imágenes llorosas de la virgen, la de Guadalupe no ha sido una de ellas. En todo caso, puede afirmarse que es bastante frecuente encontrar la imagen de la Virgen de Guadalupe en los hogares mexicanos. La narración de sus apariciones al indio Juan Diego es parte corriente de la cultura católica en México. Por ello no es de extrañar que esa imagen se encuentre en los principales espacios del hogar, como se da en el caso de la imagen de la virgen de Guadalupe en Arenales tapatíos.

b) la historia de la virgen en Arenales Tapatíos, Zapopan, Jalisco
En el caso de “la virgen que llora sangre” en la colonia Arenales Tapatíos (en el municipio de Zapopan), no es de sorprender que esta imagen se encontrara en la sala de una vivienda de clase obrera de filiación católica. En los primeros días de diciembre de 2003, corrió la voz de que una mujer, mientras limpiaba su casa notó que la imagen de l virgen tenía una mancha roja junto a uno de los ojos. Trató de quitarla y, según declaró ante quien quiso escucharla (entre estos algunos medios impresos de comunicación) se dio cuenta de que se trataba de un líquido, del que infirió que se trataba de sangre. En la entrevista que realicé con ella casi cinco años después, la “señora Claudia” declara que en esos días se juntó mucha gente y hasta vino un sacerdote pidiendo que le regalara la imagen. Su intención era guardarla y no exponerla en el templo. “Así que le dije: ‘de que esté allá escondida a tenerla en mi casa, prefiero tenerla yo’, pero me insistía en que no estuviera expuesta. Como que en la iglesia no les gustó que dijéramos que había ayudado a curar gente”.
Cuando entrevisté a la señora Claudia me informó que la imagen suele realizar visitas a las familias de personas para las que ha realizado milagros. El pasado 17 de mayo la imagen se encontraba en Tlaquepaque, a donde la habían llevado
“para agradecer que un muchacho que venía de Laredo y se accidentó, se hubiera curado. Y así anda la imagen en las casas. Yo la presto, pero luego les digo que quiero que esté otra vez en mi casa unos días. También ha ido a Talpa, para agradecer. A los de allá no los conozco, pero sí llevaron la imagen. A los sacerdotes ya mejor ni les decimos nada, porque no quieren que mostremos la imagen de la virgen. Sí vino un sacerdote, pero no sé su nombre ni en qué templo esté, pues a ése ya lo cambiaron a otro distinto. Lo que pasan es que dicen que ‘es cosa del diablo’, pero yo no creo eso, porque hace cosas buenas…La gente no ha escrito sus historias, pero sí hace milagros esta imagen. Le quisieron limpiar las lágrimas y no pudieron. Hasta que se las limpiaron con agua bendita, nomás que otra vez ya tiene lágrimas”.

Por su parte, aunque en los templos de la zona afirman no saber del caso, ni haber oído de “la imagen que llora sangre”, algunos vecinos de la zona me dieron indicaciones bastante exactas de cómo llegar. Pero añaden: “sí supe de la imagen, pero yo no fui a verla”. Algunos de los vecinos afirman, como señalé en la introducción de este texto, que es “pura charlatanería”. Jóvenes cercanos al lugar en que se guarda la imagen, en la calle Brillante 39, señalan que las lágrimas son simple pintura de uñas y que la señora sacó dinero de esa historia, pues la gente le dio “para la imagen, pero ella se lo quedó”.
En todo caso, quedan las interrogantes de cómo los fieles de esta imagen, aun a pesar del rechazo de los representantes de la iglesia a reconocerla como una imagen de devoción, ya no se diga como “milagrosa”, de ¿por qué llora la imagen de la virgen de Guadalupe en su aparición “zapopana”? ¿Por qué llora sangre? En la narración de 2003, los vecinos señalaban que la imagen lloraba “por los pecados del mundo” y “por las guerras” de la humanidad. Sin embargo, ¿por qué esta imagen no fue reconocida por la iglesia local y mucho menos logró difusión oficial, mientras la devoción popular pudo llegar más allá de Guadalajara?

Imágenes dolorosas y feminidad
¿Qué otras imágenes hay que “lloran”? ¿Cuáles pueden tomarse como una “representación” del sufrimiento de María por la crucifixión de Jesús y cuáles como dolorosas por el sufrimiento del mundo? ¿hay otras imágenes “milagrosas” (hombres y mujeres) que lloren como manifestación de su vínculo con lo divino y con el dolor de la humanidad? Ítem más: ¿de qué manera la feminidad se asocia con el sufrimiento? Partos, angustias por los hijos, preocupaciones por el futuro y la estabilidad familiar.
En la iglesia católica se reconoce el sufrimiento de la virgen María y se hace referencia a pasajes específicos del evangelio en los que se manifiesta ese sufrimiento. La visión del sufrimiento particular de María, aun cuando podría dar cierto sentido al sufrimiento del cristiano en general y del sufrimiento asociado más específicamente con las mujeres cristianas, se hace explícita en “los siete dolores de María”. Para entender el significado del dolor de la virgen María, la visión de la iglesia católica parece reflejarse adecuadamente en la página de internet de las “Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María” (
http://www.corazones.org/). Según esta organización, “el Rosario de los 7 dolores” expresa de qué manera el sufrimiento de María se asocia con el amor que siente por su hijo. En términos puntuales, este ritual, por el que “se reza un Padrenuestro y siete Ave Marías por cada dolor de la Virgen”, los dolores de la virgen, con los respectivos pasajes en el evangelio, son los siguientes:
· Primer Dolor – La profecía de Simeón (cf. Lucas 2,22-35)
· Segundo Dolor – La huida a Egipto (Mateo 2,13-15)
· Tercer Dolor – El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41 -50)
· Cuarto Dolor – María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación del Vía Crucis)
· Quinto Dolor – Jesús muere en la Cruz (Juan 19,17-39)
· Sexto Dolor – María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15, 42-46)
· Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42)
http://www.corazones.org/maria/siete_dolores.htm

Cabe resaltar que la misma página de las siervas documenta una imagen dolorosa. Según la información de las siervas, Monseñor Roberto Lückert León, Arzobispo Metropolitano de Coro, Venezuela. Según el relato que se reproduce en el portal mencionado (http://www.corazones.org/maria/llora_guadalupe_venezuela.htm) la imagen peregrina de la virgen de Guadalupe en el poblado de Falcón presentó “lacrimación” el 27 de febrero de 2001. Según Monseñor Lückert León:
El impresionante signo había comenzado durante la Misa, cuando una madre, Carlúmb de Vargas, amamantaba a su niña Mariangel Vargas en la sacristía. Después de observar la “humedad en el rostro de dicha imagen”, llamó al Sr. José Luis Rodríguez, uno de los Embajadores de Nuestra Señora que custodian el Santuario, para comunicarle lo observado. Éste, tomó un paño y secó su rostro y su traje, no pensando que había brotado dicho líquido de la imagen como lágrimas. No comentaron nada, pues no sospecharon de qué se trataba. Desconociendo lo ocurrido, el Pbro. Pedro Daniel Jiménez, tras retrasar su salida de la sacristía terminada la Misa, notó cómo brotaba de los ojos de la Virgen, un líquido semejante a lágrimas, tal cual estuviese llorando. Percatarnos del rostro triste y tierno con el que lloraba la imagen peregrina, fue impresionante, conmovedor, cuestionador, más bien indescriptible, pues sólo con los ojos de la fe podemos decir que estuvimos frente a un milagro. Para que la contemplara su pueblo, que la esperaba en el interior de su Casita, la imagen se colocó en el altar del Santuario. Sólo se oró y se cantó pidiendo al Padre su Misericordia por intercesión de las lágrimas de la Madre de Dios. Fuimos eco una y otra vez de la jaculatoria de San Bernardo: “¡Oh Madre fuente de Amor, haznos sentir tu dolor para contigo llorar! Una muestra del líquido fue tomada en inyectadora para ser evaluada por un especialista, pero después de ésto, la Virgen dejó de llorar, habiéndolo hecho delante de todos, por aproximadamente 20 min (
http://www.corazones.org/ consultada el 17 de mayo de 2007).

Resaltan en este relato algunas similitudes con lo sucedido en Arenales Tapatíos al año siguiente, como son el que se tratara de una imagen de “la virgen morena”, que una señora haya notado las lágrimas y llamado la atención del sacerdote y de las personas de los alrededores; igualmente el hecho de que la imagen lloró sólo por un tiempo breve. Por otro lado, hay diferencias notables en los dos acontecimientos, entre ellas, que haya sido un sacerdote quien declarara que se trataba de un milagro del que fueron testigos los fieles, mientras que en el caso de la imagen en Zapopan los sacerdotes no reconocieron en momento alguno (ni entonces ni en épocas recientes) que se tratara de un milagro ni de un signo divino. No tenemos noticias de lo sucedido con la imagen venezolana desde 2001, pero cabe señalar que la familia “encargada” de la imagen ha promovido la idea de que se trata de una imagen milagrosa a pesar de no contar con el reconocimiento de la iglesia en ese sentido.

Conclusiones: imágenes milagrosas en un mundo en desgracia
La interpretación de las imágenes que lloran lágrimas saladas o sangrientas como reflejo del sufrimiento en el mundo, además del carácter de milagrosas que se les achaca, remite a la posibilidad de que los poderes sobrehumanos estén presentes en la vida cotidiana. Incluso cuando se trata de una vida cotidiana llena de sufrimientos, estas imágenes que lloran como eco del dolor que sufren los seres humanos parecen expresar una convivencia entre los humanos y sus vidas seculares, llenas de preocupaciones por la supervivencia en este mundo, con los poderes divinos. Estas dos imágenes que lloran están asociadas con seres que trascienden el mundo material, el de las preocupaciones por la sobrevivencia material; tanto en la narrativa de sus manifestaciones a través de las lágrimas y en los pasajes (sobre todo en el caso de Santa Irene de Capadocia) en que aparecen ángeles, el diablo, algún mensajero que a su vez lleva mensajes de un mundo no visible, los acontecimientos asociados con estas imágenes se entretejen con un mundo que refleja la preocupación por la trascendencia en el más allá, por la salvación de las almas y la comunicación de los enfermos y afligidos con dios y con sus intercesoras femeninas.
Es de resaltar que las lágrimas son interpretadas, en ambos casos como llanto por el sufrimiento y el pecado en el mundo. Cabría preguntarse, sin embargo: ¿en el mundo actual hay más razones que en etapas anteriores para que las mujeres, las santas y la virgen María lloren por el sufrimiento de la humanidad? ¿Es una manifestación de amor divino (y maternal) el de las lágrimas en las imágenes de vírgenes, santas y santos? No intento cuestionar si la sociedad moderna es menos o más secularizada que las de épocas anteriores, ni siquiera documentar si en verdad existan más pecados o más sufrimiento de la humanidad, de las madres y de la virgen María por “la maldad del mundo”. Simplemente quiero plantear, para concluir, que los procesos de reconocimiento y de institucionalización de las imágenes “milagrosas” se muestra a todas luces contradictorio, tanto dentro del marco más amplio del cristianismo como dentro del marco de la iglesia de Roma.
Como puede verse por el caso de la imagen de Santa Irene de Capadocia y su reconocimiento y promoción como “imagen milagrosa”, dentro de los marcos institucionales y espaciales de la iglesia ortodoxa de América, la posibilidad de que este icono obre milagros no suena obsoleto ni fuera de la lógica de las congregaciones afines a la iglesia. De hecho, la propia institución difunde los testimonios de hechos milagrosos (http://www.stirene.org/StIreneChrysovalantou/StIreneChrysovalantou_miracles.htm consultada el 17 de mayo de 2007) obrados a favor de personas enfermas que se curaron milagrosamente de “enfermedades sin diagnóstico”, de “gangrena”, mientras que una pareja, al pasar bajo su imagen y morder una manzana en su presencia al fin logaron en deseado milagro del embarazo. De manera paralela, los entrevistados en Arenales Tapatíos señalan con toda naturalidad que “el mismo día que la imagen comenzó a llorar (el 9 de diciembre de 2004), comenzó la gente a pedirle recuperar la salud” y no les parece fuera de lugar en su relato la existencia de milagros obrados por el simple hecho de haberle pedido ayuda a la imagen que llora sangre en Arenales tapatíos. Surge la cuestión acerca de cómo engarza en este sistema (que incluye una lógica que permite vincular lo ultramundano con lo visible y material de la vida cotidiana), la posibilidad de que la virgen aparezca en una vivienda aislada dentro de una colonia periférica y a pesar de ello corra su fama de “imagen milagrosa”. Es decir, si son pocos los habitantes de la ciudad y menos los políticos que muestran interés por esta zona obrera, ¿cuáles son las razones que llevan a los creyentes en la posibilidad de milagros ya no sólo por parte de la virgen María en su advocación guadalupana sino de parte de una imagen específica, a creer que esa imagen puede ser milagrosa? ¿Cómo llegan a enterarse quienes reciben el beneficio de los milagros de la ubicación de la imagen, de su capacidad de resolverles sus problemas de salud, de la relación existente entre la acción rezar y pedir a la virgen de Guadalupe por un lado y la respuesta a sus demandas por parte de una imagen específica ubicada en la periferia de una ciudad? Un conjunto de preguntas bastante similar podría plantearse para el caso de la imagen de Irene de Capadocia.
Para ambos casos, queda una inquietud básica: ¿de qué manera una imagen relativamente marginal respecto a la mujer santa (María, Irene) en que se inspira, llega a concebirse como milagrosa, siendo que se trata de imágenes ubicadas lejos de donde se originó el culto (en el monasterio de Chrysovalantou, en el cerro del Tepeyac) y que se sitúan incluso en puntos periféricos respecto a las ciudades en que se ubican? ¿A quién le importan esos puntos perdidos, ya sea dentro de la mundanidad “cosmopolita” neoyorquina o en el mundo tapatío subdesarrollado? ¿Puede incluso esta marginalidad fortalecer la creencia en la posibilidad de que las María o Irene obren milagros entre los desposeídos y marginales del mundo? ¿Qué lugar ocupan estas imágenes en la lógica de la institución religiosa a la que están ligados los fieles que creen en sus milagros?

Institucionalización de las figuras dolorosas.- Las posturas de los distintos cristianismos respecto al reconocimiento de las vidas santas, de los milagros que deben manifestarse antes de que esos santos sean reconocidos oficialmente y de las imágenes “milagrosas” que representan a santos, son difíciles de precisar. Las críticas a la iglesia católica suelen incluir la tendencia a considerar a los santos como cierta especie de dioses o semidioses dotados de poderes sobrehumanos y capaces de conceder deseos a quienes les piden en los momentos adecuados. Esas críticas parecen aplicarse también en el caso de la imagen milagrosa de Santa Irene de Chrysovalantou, acogida por la iglesia ortodoxa dentro de su templo en Astoria; imagen de la además se narra fue llevada a Nueva York por un Patriarca que fue monje en el monte Athos. Una de las cosas que más resalta en la comparación que nos ocupa es el hecho de que una de las imágenes tenga un reconocimiento “oficial” como milagrosa a pesar de que NO se trata de un icono de María, mientras que la otra, siendo una advocación mariana, no logre ese reconocimiento. La imagen de la virgen de Guadalupe en Arenales tapatíos resulta “bastante mexicana” y con marcadas similitudes, al menos en contexto cultural aunque no en su manifestación dentro de un templo, con la virgen que “lloró” brevemente frente a una congregación en Venezuela. ¿Qué caminos institucionales impiden el reconocimiento oficial de una de ellas (Guadalupe), mientras que impulsan el de la otra (Santa Irene)? Las preguntas se multiplican: ¿Por qué la imagen de Santa Irene en Astoria sí logra cristalizar como un icono oficialmente reconocido y la virgen de Guadalupe en Arenales tapatíos no obtiene ni siquiera el beneficio de la duda? ¿por qué la imagen de Astoria se conserva dentro de las corrientes de la iglesia “dominante” ortodoxa, mientras que a pesar de la popularidad de la imagen de Guadalupe y su promoción por parte de la iglesia de Roma, la virgen dolorosa de Arenales Tapatíos desaparece en el olvido (al menos dentro del marco institucional-oficial? ¿Qué sucedió para que NO se le reconociera la posibilidad de un santuario? ¿Se debe esto al contexto y a la época en que el Arzobispo promueve, a escasos kilómetros de ahí, un magno santuario en honor de los “mártires de la cristiana”? ¿Por qué Sandoval Iñiguez califica de “superstición” a la imagen que llora sangre pero no expresa duda alguna (a favor ni en contra) por los supuestos milagros obrados por los santos cristeros? ¿Cuáles son los distintos caminos (canónicos y populares) en la construcción de una devoción eclesialmente reconocida por las imágenes dolorosas? ¿Qué explicaciones dan las iglesias para el significado de las imágenes dolientes? ¿Pueden las diferencias entre la iglesia ortodoxa y la iglesia de Roma ayudar a explicar esta diferencia?
Afortunadamente para los investigadores de estos fenómenos sociales, no tengo todavía respuestas a las preguntas que planteo en los párrafos anteriores. Pero esas cuestiones me permiten destacar que existen diferentes caminos en el proceso de institucionalización de las imágenes milagrosas. Incluso más allá de los procesos de institucionalización dentro de determinadas orientaciones del cristianismo, quedan por resolverse cuestiones como por ejemplo ¿por qué hay devociones a Irene de Chrysovalantou en las iglesias ortodoxas y no en la católica, a pesar de que el nombre tiene ya siglos de uso? ¿Cómo es posible que diversas personas que llevaron vidas santas sean reconocidas dentro de determinados marcos institucionales pero no en otros? Y a la inversa: ¿qué requisitos cubren aquellos santos que se reconocen en distintos marcos institucionales, como Irene, hermana de Ágape y Chione, que se celebra el 3 de abril por su martirio (reconocido por más de una iglesia cristiana) en el siglo IV? ¿Este reconocimiento está ligado al hecho de ser anterior a los cismas cristianos?
Además del contraste entre la figura de una sola María con muchas advocaciones y de varias mujeres santas con un solo nombre, habrá que ver por qué IRENE es un nombre popular entre las santas (por cierto, al consultar “imágenes” en google es raro que aparezca una mujer despampanante con ese nombre y sí aparecen varias imágenes sacras, mientras que para otros nombres de mujer suele suceder a la inversa). Ya en el caso de la Guadalupe de Tlaxcala (con su Juan Diego y otras parafernalias) que se aparece en una imagen de ocote (de ahí el nombre de Ocotlán) sabíamos de un proceso por el cual la virgen NO PERMANECIÓ ni arraigó ni en la visión popular ni en la eclesial (y sí en la imagen, reconocida tardíamente, de la virgen del cerro del Tepeyac).

Para concluir quiero resaltar algunos puntos en los que valdría la pena profundizar en la lógica de comprensión de las razones por las cuales algunas devociones “progresan” y otras no y de cómo algunas lo hacen por la vía popular sin el reconocimiento clerical, mientras que otras gozan del reconocimiento oficial y del apoyo popular, mientras que una tercer grupo de santos suele ser reconocido sólo dentro de la vía oficial pero no por el vulgo. Aparte de los mecanismos de reconocimiento-desconocimiento en la dialéctica institucional/popular, cabe preguntarse qué papel juegan algunos elementos como los que enumero a continuación:
La fecha de la manifestación del milagro. A pesar de que estoy casi seguro de que las lágrimas de sangre de la virgen de Guadalupe en Arenales tapatíos no se suscitaron en diciembre de 2004 (lo que afirmo porque fueron algunos estudiantes de historia, alumnos de un grupo en el que yo daba clases, quienes me informaron, lo que me genera dudas en la fecha porque en 2004 yo no daba cursos), sí estoy convencido de que la fecha que dan los entrevistados (9 de diciembre de 2004) tiene un simbolismo religioso, por ser la fecha en que (en 1531) se apareció la virgen de Guadalupe ante Juan Diego. El que la saga de la imagen quede asociada a esa fecha, de manera intencional o cándida por parte de los informantes en Arenales tapatíos, aporta un elemento más para fortalecer la devoción popular y hace alusión a que, ante la historia que narraba Juan Diego en el siglo XVI, las autoridades de la iglesia se mostraron poco dispuestos a creer en una aparición. De alguna manera, las autoridades del siglo XX repiten este patrón y nuevamente la devoción popular parece apostar a que el reconocimiento de los milagros a la gente simple y humilde impulse el reconocimiento de los poderosos dentro de la iglesia. En éste y en los otros puntos que enumero es evidente que quedan amplios campos por explorar;
Las lágrimas de Irene y de María. En las páginas web oficiales de congregaciones católicas y en la misma página de la iglesia ortodoxa en que se narra la historia de Irene de Capadocia resalta la afirmación: “La Santísima Virgen lloró, ¡y lloró mucho! María lloró en su vida terrena y lo que es mas admirable todavía, que aunque está ya en el cielo gozando de la promesa de consolación, ella continúa llorando por nosotros y por las ofensas que nosotros los hombres cometemos en contra de su Hijo” (Galindo en: http://www.mercaba.org/FICHAS/Devociones/lagrimas_virgen.htm). Ambas imágenes se asocian, desde el momento de mayor efervescencia en Arenales tapatíos y desde los hechos de 1972 en Astoria, con el sufrimiento mariano. De hecho, estas manifestaciones de dolor son reconocidas en otras imágenes dentro de la iglesia católica (“la Virgen llora en La Salette”, “una imagen de la Virgen de Medjugorje llora sangre en Civitavecchia”, “llora la imagen de la Virgen de Czestochowa”, “la virgen llora en Venezuela”, entre otras) y en la lógica de la iglesia ortodoxa tampoco parece chocar a los líderes ni a los fieles el que la imagen de una santa como Irene sea capaz de llorar y de obrar milagros. Estas lágrimas en las imágenes son oficialmente interpretadas como ligadas a las derramadas por María que participa “en el llanto de Cristo por Jerusalén, junto al sepulcro de Lázaro y por último, en el camino de la cruz”;
Las apariciones de imágenes milagrosas.- Aun más complicada resulta la secuencia de un mecanismo según el cual determinadas imágenes, en cuanto representaciones de una persona santa (ya sea María o alguna otra) “aparecen” y obran milagros cuando los fieles las recuerdan en sus oraciones. Se trata de un nivel añadido del obrar divino, pues ya no sólo los santos que son recordados en el santoral de las iglesias, sino también sus representaciones en imágenes de bulto o estampa, los que obran milagros. Además de “santos milagrosos”, este mecanismo incluye la posibilidad de “imágenes milagrosas” por sí solas, no sólo por representar, en estos casos, a Irene o a María. ¿De qué manera algunos de estos santos pueden entrar en el marco institucional y de qué manera los que no alcanzan el reconocimiento eclesial de cualquier manera son vistos por el vulgo como una manifestación de lo divino y el hecho que la iglesia no los reconozca como una oportunidad de argumentar que ello se debe a la ignorancia de los pastores/sacerdotes de las iglesias?
Los ambiguos criterios de la institucionalización.- A final de cuentas, el enigma que he intentado plantear es el de porqué algunas imágenes sí son reconocidas dentro de los marcos y espacios institucionales, mientras que otras no lo son, por más que los acontecimientos que rodean a estas imágenes sean muy similares. ¿Incide el hecho de que sea un monje del monte Athos quien lleva la imagen a Nueva York para que ésta se torne milagrosa y sea reconocida oficialmente? ¿Incide el que se trate de una simple ama de casa la que descubre las lágrimas de sangre para que la imagen de Guadalupe en Arenales tapatíos no entre en el inventario de vírgenes que lloran ni en el de las imágenes milagrosas? En el cuadro 1, sintetizo algunos de los elementos presentes en los distintos contextos generales para la iglesia ortodoxa y la iglesia católica y los relaciono con las dos imágenes cuyas historias he sintetizado en este trabajo.

Referencias
Directions to the monastery in Astoria, New York:
http://www.stirene.org/TravelDirections.htm consultado el 14 de marzo de 2007
Galindo, Adela. S/F. “¿Por qué llora la virgen?” en:
http://www.corazones.org/maria/ensenanza/llora.htm consultado el 17 de mayo de 2007. El mismo texto aparece también en: http://www.mercaba.org/FICHAS/Devociones/lagrimas_virgen.htm consultado el 24 de mayo 2007.
Martyrologium romanum. (Mártires del mes de abril)
http://iteadjmj.com/MARTW/aprilis.doc consultado el 17 de mayo de 2007.
Nebel, Richard. 1995. Santa María Tonantzin Virgen de Guadalupe. Continuidad religiosa y transformación en México. Fondo de Cultura Económica. México.
Nektarios Serfes. 2002. “The Life Of Saint Irene Chrysovalantou”. Trad. Mother Xenia in Jerusalem. En:
http://www.serfes.org/lives/stirene.htm. Consultada el 17 de mayo de 2007.
Ortodoxia Brasil. s/f. “Santa Irene de Chrysovantou”. En:
http://www.ortodoxiabrasil.com/hagiografia/santairene.html consultada el 4 de octubre de 2006.
Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María. “Llora la virgen Guadalupe en Venezuela”. En:
http://www.corazones.org/maria/llora_guadalupe_venezuela.htm consultado el 17 de mayo de 2007.
StIrene.org. “Santa Irene de Chrysovalantou”. Patriarchal Monastery of St. Irene Chrysovalantou. En:
http://www.stirene.org/StIreneChrysovalantou/StIreneChrysovalantou_miracles.htm consultado el 14 de marzo de 2007.
Vázquez Parada, Lourdes Celina, Juan Diego Ortiz y Luis Rodolfo Morán (eds.), 2006. El santo Juan Diego: historia y contexto de una canonización polémica. Universidad de Guadalajara.
Warlordjohncarter (seudónimo). Saint Irene.
http://en.wikipedia.org/wiki/Saint_Irene. Consultada el 17 de mayo de 2007.

Trabajo presentado en el X encuentro de la RIFREM realizado en Tempe, Arizona, 31 de mayo al 2 de junio de 2007

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